Hay muchas leyendas que hablan sobre la extinción de los dragones, pero sólo una cuenta la historia de Sir Esmile, el valiente caballero que acabó con los últimos mil dragones. Sir Esmile estudió durante años los crueles y malvados comportamientos de los dragones de su tiempo, como muchos otros, pero sus conclusiones fueron únicas e increíbles: los dragones vivían en un enfado constante, tan grande, que les hacia echar fuergo por la boca.
Así que cuando se decidió a acabar con los dragones, cambió las armaduras y espadas de los demás caballeros por algo insólito: un chiste y un carrito de helados. Cuando el primer dragón se acercaba a devorarle, Sir Esmile contó su chiste a voz en grito. Era un chiste tan bueno, que hasta el dragón sonrió, apagándose al momento su fuego, tal y como había previsto el valiente caballero. En ese instante, mientras el dragón reía, le ofreció también el helado... ¡qué fresquito tan agradable sintió el dragón!, después de años y años de llevar el fuego en la garganta. Y aprovechando la tranquilidad de aquel dragón que minutos antes parecía de lo más feroz, Sir Esmile le ofreció a probar un poco de fruta, que al dragón le supo a gloria.
Y es que los dragones no comían ni fruta ni verdura, porque el fuego de sus bocas las quemaba de tal forma que no tenían ningún sabor, así que preferían comer vacas y personas, que aunque chamuscadillas, al menos les sabían a algo... pero claro, cuando el dragón probó frutas frescas, sintió tanta alegría y felicidad, que incluso su terrible aspecto fue cambiando, pues también tenían tan mala pinta por comer tan mal, y en sólo unos días de vida alegre y sana, una noche el dragón desapareció, y el único rastro que quedó de él fue una linda mariposa de grandes alas de colores...
Y así cuanta la historia que Sir Esmile, con la única ayuda de sus buenos chistes y un carrito de helados, hizo desaparecer los últimos mil dragones, a quienes una nueva vida, alegre y sana, desembrujó para siempre, convirtiéndolos en bellas y adorables mariposas.
http://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/los-ultimos-mil-dragones
Así que cuando se decidió a acabar con los dragones, cambió las armaduras y espadas de los demás caballeros por algo insólito: un chiste y un carrito de helados. Cuando el primer dragón se acercaba a devorarle, Sir Esmile contó su chiste a voz en grito. Era un chiste tan bueno, que hasta el dragón sonrió, apagándose al momento su fuego, tal y como había previsto el valiente caballero. En ese instante, mientras el dragón reía, le ofreció también el helado... ¡qué fresquito tan agradable sintió el dragón!, después de años y años de llevar el fuego en la garganta. Y aprovechando la tranquilidad de aquel dragón que minutos antes parecía de lo más feroz, Sir Esmile le ofreció a probar un poco de fruta, que al dragón le supo a gloria.
Y es que los dragones no comían ni fruta ni verdura, porque el fuego de sus bocas las quemaba de tal forma que no tenían ningún sabor, así que preferían comer vacas y personas, que aunque chamuscadillas, al menos les sabían a algo... pero claro, cuando el dragón probó frutas frescas, sintió tanta alegría y felicidad, que incluso su terrible aspecto fue cambiando, pues también tenían tan mala pinta por comer tan mal, y en sólo unos días de vida alegre y sana, una noche el dragón desapareció, y el único rastro que quedó de él fue una linda mariposa de grandes alas de colores...
Y así cuanta la historia que Sir Esmile, con la única ayuda de sus buenos chistes y un carrito de helados, hizo desaparecer los últimos mil dragones, a quienes una nueva vida, alegre y sana, desembrujó para siempre, convirtiéndolos en bellas y adorables mariposas.
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